jueves, 1 de noviembre de 2012

Los maestros que se van



Fernando Ravsberg | 2012-10-25, 12:00
Moraima Palacios, maestra de una escuela de la provincia de Pinar del Río.
Moraima Palacios, maestra de una escuela de la provincia de Pinar del Río.
Hay que reconocer que se requiere habilidad para escribir un artículo de 1400 palabras sobre la escasez de maestros y de jóvenes aspirantes a las carreras pedagógicas, sin mencionar ni una sola vez los bajos ingresos que perciben.
El pasado curso 14 mil maestros dejaron las aulas por certificados médicos o solicitando licencias y a mediados de este año habían abandonado la enseñanza -sin excusas- otros 4000, mientras el 80% de las plazas en las carreras pedagógicas quedaron vacantes.
Con semejante realidad ni el mejor malabarista podría explicar el problema omitiendo hablar de los bajos salarios, de la gran responsabilidad que asumen y de la cantidad de trabajo que tienen desde que a cada profesor se le exigió impartir dos asignaturas.
"Juventud Rebelde" da solo un porcentaje pero lo cierto es que en las aulas faltan casi 13.000 educadores, cuyas plazas son cubiertas por personal sin preparación pedagógica, a los que el humor popular ha bautizado como "maestros instantáneos".
Notarán los lectores que el periódico solo recoge la opinión de la viceministra de Educación pero ni una sola vez se reflejan los criterios de los maestros en activo, de los que pidieron la baja o de los estudiantes que rechazaron las carreras pedagógicas.
Podría no tratarse solo de errores profesionales y la principal responsabilidad tal vez no sea de los periodistas sino resultado lógico de una relación estructural del Partido Comunista con la prensa, en la que no se tolera la crítica por cuenta propia.
Esto impide que se profundice en las causas de los problemas y se delimiten responsabilidades, convirtiendo al periodismo en un ejercicio propagandístico estéril, incapaz de colaborar en las transformaciones que vive hoy la nación cubana.
De todas formas, un medio de prensa que se considera la voz de los jóvenes comunistas debería tratar con mayor rigor un tema ligado a una de las más importantes banderas de la Revolución, punto neurálgico de la sociedad y fundamental para la juventud.
Nadie descubre el árbol andándose por las ramas, es necesario llegar a la raíz si se quiere encontrar soluciones y para eso hay que remontarse a los tiempos en que la docencia dejó de ser una profesión deseada por los jóvenes en edad universitaria.
Averiguar por qué miles de maestros abandonan cada año las escuelas desde la crisis económica de los 90, como los afectó la reducción del número de alumnos por aula o la incorporación de medios audiovisuales, que ellos mismos debían cuidar en guardias nocturnas.
Recordar que son casi el único sector de la población sin más ingreso que el salario, no reciben regalos ni viajes como los médicos, no pueden "resolver" como los obreros y, mientras estén en activo, ni siquiera pueden dar clases particulares.
Reciben un salario mensual no mayor de US$25, con el cual deben comer todo el mes, comprar ropa e implementos de aseo para acudir a la escuela con un buen aspecto. Sin embargo, por un par de zapatos de mala calidad les piden la mitad de lo que ganan.
Realmente no me parece que una profesión con ese ingreso llegue a convertirse en el sueño de los jóvenes cubanos, por mucha vocación docente que se les inculque. El magisterio debe dignificarse y la vía más directa consiste en pagarles mejores salarios.
El dinero dedicado a la educación es una inversión y en Cuba eso se comprueba diariamente, de hecho la economía nacional se sostiene de la venta de servicios profesionales, nada produce más riquezas que los conocimientos de los cubanos.
El país no podría sobrevivir hoy si un día no se hubiera invertido en una campaña masiva de alfabetización, en formar miles de médicos, más de un millón de profesionales universitarios y decenas de centros de investigación con modernas tecnologías.
Desde que llegué a Cuba me impresionó el desarrollo de la educación, su masividad y en particular que sea un derecho de todos, que cualquiera, sin importar su procedencia socioeconómica, pueda convertirse en un graduado universitario.
El resultado es que sobre esa base se soporta hoy la nación, si hay problemas en la educación repercutirán a la larga en toda la economía. Y tras 20 años de crisis en el sector, seguir repitiendo las mismas consignas vacías y superficiales es una irresponsabilidad.

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