lunes, 29 de octubre de 2012

El lugar de la biblioteca pública...



25 octubre 2012 10:10
Las siguientes líneas son el resumen de mi intervención en “La cultura de Madrid a debate. Jornadas de reflexión. Hacia el Plan Estratégico de Cultura del Ayuntamiento de Madrid 2012-2015 (PECAM)”, celebradas en Madrid el 24, 25 y 26 de octubre de 2012. Mi intervención se encuadra el jueves 25 dentro de la mesa: “La Biblioteca Pública: lugar de cohesión y conocimiento”.
El punto de partida no puede ser más negro. Como titulaba El País: “La cultura, ante su peor momento“. Y el dato: “En 2013, el Gobierno no pondrá dinero para que la red de bibliotecas públicas compre fondos”. Algo que parece tener que ver con la concepción decultura como “entretenimiento” del ministerio de Hacienda.
Y sin embargo, afirma El Periódico, Las bibliotecas públicas vuelven a estar de moda. Con la crisis, entre el 2007 y el 2011 los usuarios con carnet en las bibliotecas públicas catalanas se han disparado el 38%, junto a otros datos que vale la pena citar en extenso (los subrayados son nuestros):
El número de personas que participan en actividades también creció el 38% —2.024.300 en números absolutos—; la demanda de internet y de ofimática subió el 31% (3.109.099 en el 2011), y el número de visitantes sumó 24.788.052, el 35% más que en el 2007. Sin embargo, el préstamo solo ha aumentado un 10%.
“Eso significa que vienen a por otros temas”, resume Jordi Cabré, director de Promoció i Cooperació Cultural y responsable de la red pública de bibliotecas. Los números fotografían una realidad social compleja, con más paro, menos dinero, menos recursos, más tiempo libre, más necesidad de formación y, agrega, de “encontrar puntos de referencia en un mundo empachado de información y sin embargo cada vez más desorientado”.
Esta es la situación, y no deja de ser paradójico que en el momento en que más falta hacen las bibliotecas públicas, en el momento en que muchos ciudadanos las están redescubriendo o sencillamente descubriendo, sea cuando en peor situación están. Las bibliotecas públicas están prestando servicios a quienes ya no pueden obtenerlos por sus propios medios: se han convertido en los comedores sociales del espíritu.
He entresacado cuatro áreas que creo pueden permitir acciones concretas:
Acceso a la Red
Un punto interesante, que aflora en cuaquier estudio sobre comportamiento de usuarios en bibliotecas es su utilización como puntos de acceso a Internet. Algunos usuarios los utilizarán para acceder a Wikipedia o a algunas de las bibliotecas virtuales que por suerte abundan (en el mismo Madrid, en la Residencia de Estudiantes he participado en la creación de la de las Revistas de la Edad de Plata).
Pero también hacen un uso extenso de este servicio ciudadanos que sólo quieren consultar el correo, leer la prensa, etc. En este sentido, podríamos pensar que una posible intervención del Ayuntamiento sería ampliar y mejorar la cobertura de wifi gratuito, que amplíen la cobertura que ya proporcionan diversos puntos de wifi gratuito, de iniciativa pública y privada. De esta forma se descargaría a lugares como las biliotecas de una función que puede no ser la suya.
Por cierto: el acceso wifi es hoy como alumbrado público de ayer. Igual que nos choca leer que hace siglos uno iba por las oscuras calles precedido por un criado con una luz, sorprenderá dentro de unas décadas el relato de cuando cada uno se tenía que pagar su acceso a la Red.
Defensa y cultivo del impreso
Pero en paralelo, no hay que olvidar que el universo propio de las bibliotecas es el de los libros de papel. Y cada vez hay más datos que avalan la necesidad y pertinencia de mantener su uso, en paralelo al desarrollo de las publicaciones digitales electrónicos. Parece mentira tener que repetirlo, pero es así: ni el libro digital va a sustituir al de papel, ni queremos que esto ocurra. Entre otras razones, porque dan lugar a tipos de lectura distintos, y porque no queremos caer plenamente en manos de oligopolios con prácticas dictatoriales. Las bibliotecas públicas deberían seguir siendo mayoritariamente, en países como el nuestro, lugares de cultivo de la letra impresa.
Interacción con la escuela
No sé si la interacción escuela/biblioteca pública es lo fuerte que debería ser. Me refiero a si se fomenta lo suficiente el conocimiento y el uso de la biblioteca pública desde la escuela: organizando visitas de los escolares, programando actividades que se deban realizar en ella, etc.
Reutilización de los libros de los particulares
¿Por que no aprovechar estos momentos aciagos para impulsar la circulación de libros por parte de particulares?
Una forma podría ser promocionar las prácticas de bookcrossing, que ya tienen tradición bibliotecaria. Usar las bibliotecas como hubs gratuitos y ciudadanos de redistribución de libros: no parece nada mal.
Y otra, aprovechar la donación de bibliotecas personales. Periódicamente llega a mis oídos o aparece en una Carta al Director la noticia de que un profesor retirado, o un buen lector que sencillamente se debe cambiar a una casa más pequeña, busca una institución que quiera sus libros, y se queja de las dificultades para conseguirlo. En una época de sequía institucional para nuevas adquisiciones quizás sería el momento de racionalizar el procedimiento de adopción de bibliotecas personales.





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