lunes, 29 de octubre de 2012

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17 de octubre de 2012

El valor educativo de las relaciones sociales

Las relaciones sociales, las relaciones entre las personas o con las obras ‘personales’ – porque son hechas por personas – constituyen la fuente principal de todo proceso de aprendizaje. Por lo anterior es que afirmamos categóricamente que ‘las relaciones sociales son esencialmente educativas’.

Es indispensable que todo educador sea un facilitador de procesos de interactuación social, creando, construyendo oportunidades de aprendizaje multilateral. Estas oportunidades de interactuación social permiten la acumulación consciente de experiencias, permiten experienciar la vida, e ir construyendo una conciencia propia (concienciación), la base fundamental dentro del proceso de inserción consciente en la vida social.
Al tener al SER, a la persona, al colectivo, en el centro, entonces hablamos de una ‘Pedagogía Concienciadora’ donde el papel fundamental del o de la docente es el de ‘Facilitar la creación (construcción) de oportunidades de aprendizajes, integrantes de Actitudes Emprendedoras de calidad creciente, por cada persona dentro del grupo, por el grupo’.  No se trata de ‘depositar conocimientos’ o de ‘transmitir conciencia’, ni de ‘concientizar a’, sino más bien de Crear (construir) conjuntamente Oportunidades de Aprendizaje, integrantes de actitudes emprendedoras de calidad creciente.  No es tarea del o de la docente OFRECER, sino más bien su tarea consiste en crear y construir juntos, facilitar la construcción, la creación por cada una de las personas participando en el proceso, por el grupo como conjunto de personas, interactuando.  ¿Cuántas veces ocurre lo contrario? ¿Cuántas veces hacemos las cosas más difíciles, como pedagogos, como educadores, como docentes, en vez de hacerlas más fáciles? ¿Cuántas veces, más bien, complicamos las cosas en vez de facilitarlas?  Las respuestas a estas preguntas indican directamente el valor educativo de las relaciones establecidas entre, por ejemplo estudiantes y docentes, ‘educadores’ y ‘educandos’, entre docentes, entre estudiantes, entre seres.
La conciencia no está dada, sino que es construida paulatinamente por el propio ser (personal dentro de lo colectivo), siendo, viviendo su ser, como un proceso complejo, permanente, inconcluso siempre, retando el futuro, a partir de valores o principios como la cooperación genuina, el respeto, la solidaridad, la sinceridad, la confianza, la empatía, entre otros.
La sociedad es la expresión fundamental de la interrelación social, y por consiguiente, constituye el marco general de todo valor educativo.  El núcleo de toda sociedad NO ANÓNIMA, ya que tiene nombre, no es la familia como tantas veces nos quieren hacer creer, sino son las personas, en permanente interacción; la familia misma ya es una sociedad ‘no anónima’ -ya que tiene nombre– y es construida conscientemente por la participación y la interacción de sus miembros.
El SER no es así no más, sino es porque somos, se construye sobre algo …, sobre experiencias, vivencias y concepciones de PODER (por ejemplo de madres y padres, de maestros, de adultos en general), de DEBER (para crecer, para desafiar, para retar-se) y de QUERER (para seguir siendo), las que interactúan de una manera única, dándole forma de esta manera al ser único que soy y que sos, que somos, y que nos permite relacionarnos con los demás y lo demás como tal.  Este ser único, igual se expresa, se proyecta, integralmente, hacia fuera (transformando), hacia dentro (transformando también, creciendo, …) en sus actitudes frente a los demás, frente a lo demás, frente a sí mismo, …  Toda actitud se integra con base en al menos 16 componentes fundamentales: sus (del ser) PENSARES, sus SENTIRES, sus ACTUARES (lo cognitivo, lo afectivo y lo conductual), y también lo psico-motor, lo ético, lo volitivo, lo político-ideológico, lo social, lo económico, lo bio-energético, lo cívico, lo cultural, lo lúdico-artístico, lo estético, lo biológico, … .
Nuestra capacidad de transformar, de crear es la expresión máxima del valor educativo de las relaciones, interrelaciones, interacciones sociales.  Esta expresión máxima se concretiza a través de la decisión personal y colectiva.  El poder, deber y querer transformar conscientemente nos permite pensar, sentir y actuar con mayor coherencia lógica, profundizando la propia transformación en nuestro entorno social y material, incluyendo nosotros mismos como seres crecientes.
Dr. Herman Van de Velde, pedagogo coordinador de ABACOenRed

El lugar de la biblioteca pública...



25 octubre 2012 10:10
Las siguientes líneas son el resumen de mi intervención en “La cultura de Madrid a debate. Jornadas de reflexión. Hacia el Plan Estratégico de Cultura del Ayuntamiento de Madrid 2012-2015 (PECAM)”, celebradas en Madrid el 24, 25 y 26 de octubre de 2012. Mi intervención se encuadra el jueves 25 dentro de la mesa: “La Biblioteca Pública: lugar de cohesión y conocimiento”.
El punto de partida no puede ser más negro. Como titulaba El País: “La cultura, ante su peor momento“. Y el dato: “En 2013, el Gobierno no pondrá dinero para que la red de bibliotecas públicas compre fondos”. Algo que parece tener que ver con la concepción decultura como “entretenimiento” del ministerio de Hacienda.
Y sin embargo, afirma El Periódico, Las bibliotecas públicas vuelven a estar de moda. Con la crisis, entre el 2007 y el 2011 los usuarios con carnet en las bibliotecas públicas catalanas se han disparado el 38%, junto a otros datos que vale la pena citar en extenso (los subrayados son nuestros):
El número de personas que participan en actividades también creció el 38% —2.024.300 en números absolutos—; la demanda de internet y de ofimática subió el 31% (3.109.099 en el 2011), y el número de visitantes sumó 24.788.052, el 35% más que en el 2007. Sin embargo, el préstamo solo ha aumentado un 10%.
“Eso significa que vienen a por otros temas”, resume Jordi Cabré, director de Promoció i Cooperació Cultural y responsable de la red pública de bibliotecas. Los números fotografían una realidad social compleja, con más paro, menos dinero, menos recursos, más tiempo libre, más necesidad de formación y, agrega, de “encontrar puntos de referencia en un mundo empachado de información y sin embargo cada vez más desorientado”.
Esta es la situación, y no deja de ser paradójico que en el momento en que más falta hacen las bibliotecas públicas, en el momento en que muchos ciudadanos las están redescubriendo o sencillamente descubriendo, sea cuando en peor situación están. Las bibliotecas públicas están prestando servicios a quienes ya no pueden obtenerlos por sus propios medios: se han convertido en los comedores sociales del espíritu.
He entresacado cuatro áreas que creo pueden permitir acciones concretas:
Acceso a la Red
Un punto interesante, que aflora en cuaquier estudio sobre comportamiento de usuarios en bibliotecas es su utilización como puntos de acceso a Internet. Algunos usuarios los utilizarán para acceder a Wikipedia o a algunas de las bibliotecas virtuales que por suerte abundan (en el mismo Madrid, en la Residencia de Estudiantes he participado en la creación de la de las Revistas de la Edad de Plata).
Pero también hacen un uso extenso de este servicio ciudadanos que sólo quieren consultar el correo, leer la prensa, etc. En este sentido, podríamos pensar que una posible intervención del Ayuntamiento sería ampliar y mejorar la cobertura de wifi gratuito, que amplíen la cobertura que ya proporcionan diversos puntos de wifi gratuito, de iniciativa pública y privada. De esta forma se descargaría a lugares como las biliotecas de una función que puede no ser la suya.
Por cierto: el acceso wifi es hoy como alumbrado público de ayer. Igual que nos choca leer que hace siglos uno iba por las oscuras calles precedido por un criado con una luz, sorprenderá dentro de unas décadas el relato de cuando cada uno se tenía que pagar su acceso a la Red.
Defensa y cultivo del impreso
Pero en paralelo, no hay que olvidar que el universo propio de las bibliotecas es el de los libros de papel. Y cada vez hay más datos que avalan la necesidad y pertinencia de mantener su uso, en paralelo al desarrollo de las publicaciones digitales electrónicos. Parece mentira tener que repetirlo, pero es así: ni el libro digital va a sustituir al de papel, ni queremos que esto ocurra. Entre otras razones, porque dan lugar a tipos de lectura distintos, y porque no queremos caer plenamente en manos de oligopolios con prácticas dictatoriales. Las bibliotecas públicas deberían seguir siendo mayoritariamente, en países como el nuestro, lugares de cultivo de la letra impresa.
Interacción con la escuela
No sé si la interacción escuela/biblioteca pública es lo fuerte que debería ser. Me refiero a si se fomenta lo suficiente el conocimiento y el uso de la biblioteca pública desde la escuela: organizando visitas de los escolares, programando actividades que se deban realizar en ella, etc.
Reutilización de los libros de los particulares
¿Por que no aprovechar estos momentos aciagos para impulsar la circulación de libros por parte de particulares?
Una forma podría ser promocionar las prácticas de bookcrossing, que ya tienen tradición bibliotecaria. Usar las bibliotecas como hubs gratuitos y ciudadanos de redistribución de libros: no parece nada mal.
Y otra, aprovechar la donación de bibliotecas personales. Periódicamente llega a mis oídos o aparece en una Carta al Director la noticia de que un profesor retirado, o un buen lector que sencillamente se debe cambiar a una casa más pequeña, busca una institución que quiera sus libros, y se queja de las dificultades para conseguirlo. En una época de sequía institucional para nuevas adquisiciones quizás sería el momento de racionalizar el procedimiento de adopción de bibliotecas personales.





Funeral celeste

Funeral celeste

Posted: 25 Oct 2012 01:00 AM PDT
Funeral celeste
Víctor M. Díez

Eolas Ediciones. 2011

Por Pilar Martín Gila

Lo que se dice en los funerales, las palabras sobre la muerte son, en general, exhortaciones a la vida ante lo imposible o lo impronunciable de esa condición terminal. Sin embargo, Funeral celeste tiene menos relación con lo fúnebre y su memorial de relatos que con lo celeste, ese lugar inestable, de agitación y reparto, el aire que se lleva los restos, los buitres que se acercan a por ellos, como en el rito tibetano que da título al libro. No hay exhortaciones, la muerte acaba ligándolo todo, y la vida no es algo que continúe sólo para los vivos. De esta forma, me parece a mí, conforma el presente poemario su compuesto de perceptos y afectos, como lo diría Deleuze, que no quieren dejarse encerrar en un exceso de memoria ni de epitafios, y ponen en movimiento algo parecido a una ceremonia del reciclaje, algo que va pasando de unas cosas a otras, un conjuro para “…No sentir el frío ni el cansancio; / que el dolor se haga perro / asustado a tus pies…”, una conversación con esa canción de Billie Holliday: “Los árboles sureños dan una fruta extraña, / En el sur hay un mar con olas caníbales // la sangre en las hojas y la sangre en la raíz / bajo la superficie azul tiemblan enrojecidos, espina y piel, los hombres pez…”, o una comunicación sustraída y una canción pendiente: “…Pero por tres veces nadie / responde a su teléfono hoy. / Y la luz sí y la luz no / en la ventana que da.”

De las cuatro partes que articulan el libro, en la segunda, Hermano menor, aparecen retazos de un pasado familiar pero que surgen como una convivencia sin ruptura con lo desaparecido, una relación casi más de presencia que de memoria, como si aquello que ha desaparecido de la vida no lo hiciera de la existencia y por eso es posible el encuentro. “Escribir al ritmo de lo que cuece / en la cocina estorbas. // Madre hacía dentro  sus / rosquillas. Agujeros. / Nuestra madre hacia adentro. / Otra más, / nuestra madre rusa…”. Podría recordar, en otro registro, a esa visión de la muerte (o la desaparición), a través del juego del escondite dentro de la casa, en los versos de César Vallejo a su difunto hermano, donde morir es sólo el juego de ocultarse: “…Por la sala, el zaguán, los corredores, / después, te ocultas tú, y yo no doy contigo…”.

La última parte del poemario se llama Velcros; Víctor M. Díez se ha ocupado de dejarnos apuntada la definición del diccionario. Y así es, dos nombres se vinculan, se enganchan entre sí (Peter & Guadalupe, José-Miguel & Ullán…) como las dos tiras del cierre, a causa de que una es de terciopelo y la otra tiene ganchos. “Y tomó de su mano al gigante / ofreciéndole cien tesoritos: un botón, / una miga, una piedra… Hasta cien. / La estridencia de todo lo diminuto.” Según cuentan, la idea del velcro le vino a un ingeniero suizo tras sus paseos por el campo, de donde volvía con los pantalones y el perro llenos de una clase de cardos que se quedaban prendidos por unos diminutos ganchos que, al parecer, esas plantas poseen. Esto es lo que hace un ingeniero suizo tras un paseo por el campo: inventar un sistema de cierre. Funeral celeste también parece haber ido prendiendo las cosas a lo largo del camino, cosas que estaban allí y se van con uno, gentes que pasaban por ahí y terminaron componiendo una relación. De eso trataría esa reutilización de los objetos, su singular percepción, y esa construcción de los afectos, cuyo núcleo es el lenguaje, la inutilidad específica de una creación poética jugando con el eficaz sistema del velcro.

La decadencia de la ficción

La decadencia de la ficción

Posted: 25 Oct 2012 04:20 AM PDT
The Decay of Fiction (Pat O’Neill, 2002)

Por Hilario J. Rodríguez

Más extraño que la ficción
         No es tan extraño que alguien se pare en mitad de la calle, sorprendido por un recuerdo o una sensación que le asalta de pronto. Otra cosa es que una escena así forme parte de una película titulada Más extraño que la ficción (Stranger than Fiction, 2006, Marc Forster) y que el personaje, al que llamaremos Harold Crick (Will Ferrell), esté oyendo en el interior de su cabeza la narración de su anodina y rutinaria existencia a cargo de una escritora (Emma Thompson), que en realidad está narrando su vida y que ya tiene previsto un final: su protagonista tiene que morir. Por supuesto, el primero que no estará de acuerdo con los planteamientos que la ficción intenta imponer en su destino será Harold Crick, a quien no le quedará otro remedio que pedir explicaciones a la escritora por lo que a él le parece una muerte injustificada, aunque su vida hasta ese momento no haya sido ni ejemplar ni demasiado feliz. ¿Es realmente necesario hacerle morir?, le preguntará. Según la escritora, sí porque sólo de ese modo ella conseguirá escribir una obra maestra. Como no quiero desvelar el desenlace, me conformaré con sugerir que detrás de un argumento tan peregrino por parte de la novelista hay una buena dosis de verdad con respecto a la reputación de la tragedia como elemento de peso para tomar más o menos en serio una película o un libro o en general una obra de arte.
Más extraño que la ficción
          Pero como no estamos aquí para hablar sobre el desproporcionado prestigio de la tragedia, quedémonos con el acto de rebeldía que se produce enMás extraño que la ficción cuando su personaje principal intenta cambiar el guión y, en lugar de comportarse como un corderillo en manos de un omnipotente creador, quiere recordarnos el cansancio que están experimentando ciertas fórmulas narrativas y de paso quienes las sufren, que comienzan a estar hartos de tener que morir para de ese modo ganarse un lugar en el panteón de la cultura. Lo que la película pone de manifiesto es que quizás haya una conspiración a gran escala detrás de buena parte del cine que vemos, que consiste en segundas y terceras partes, secuelas,precuelasremakes, series, sagas, versiones libres… y en cualquier cosa menos en  productos originales.
Más extraño que la ficción
          Como si fuesen parte de una novela de Italo Calvino, David Foster Wallace o Enrique Vila-Matas, las imágenes de Más extraño que la ficción nos permiten penetrar en el interior de su mecanismo narrativo, para destapar así el grado de control en que vivimos, atrapados en las redes del comercio, la tecnología, la información, la política e incluso el lenguaje. Resulta un espectáculo tan fantástico que uno no sabe si tomárselo con calma o con miedo. ¿Será un caso de entropía o estaremos de verdad ante una conspiración a gran escala? El escenario, desde luego, podría adecuarse tan fácilmente a una pesadilla como a un parque de atracciones; es tan aterrador como divertido. Aun en el peor de los casos, eso sí, conviene recordar que toda conspiración parece arrastrar siempre cierto grado de absurdo, por eso a quienes las denuncian a menudo se les llama lunáticos. De lo que no cabe duda es de que, cuando nos adentramos en películas como Más extraño que la ficción, estamos muy cerca de los universos descritos por Laurence Sterne en Vida y opiniones de Tristram Shandy, donde la inteligencia y la paranoia se confunden; o por Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas, donde la crueldad de la lógica y los juegos infantiles se dan la mano. La característica común de ese tipo de literatura y de ese tipo de cine es que sus personajes suelen ser neuróticos o solitarios o ambas cosas al mismo tiempo, gente con una visión muy peculiar del mundo.
Enrique Vila-Matas
David Foster Wallace
Vida y opiniones de Tristram Shandy, de Laurence Sterne.
Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll.
          Bastantes películas recientes nos hacen pensar que posiblemente las historias muestran signos de cansancio porque ya nadie es capaz de mantener los géneros en los mismos márgenes de hace unas décadas. Eso explicaría que ahora sea necesario hacer mezclas, para ver cuál es el resultado. Frente a una realidad saturada por los medios de comunicación, Internet, el sonido de los teléfonos móviles o la omnipresencia de la publicidad, algunos directores no quieren conformarse con argumentos insignificantes y con recursos humildes, por temor a acabar haciendo trabajos efímeros. Adaptación (Adaptation, 2002, Spike Jonze), Olvídate de mí (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004, Michel Gondry) y cualquier otra película con guión de Charlie Kaufman pueden considerarse versiones actualizadas del cine de Alain Resnais o Jacques Rivette. Mientras las vemos, casi todos nos hacemos la misma pregunta: ¿de qué va la cosa? Gracias a Dios, acabamos concluyendo que lo más importante no es lo que se nos cuenta sino más bien cómo se nos cuenta. Al fin y al cabo, en un período de crisis narrativa, en el que las historias navegan a la deriva en busca de nuevos horizontes, es lógico que haya quienes desmonten los mecanismos de las ficciones, adoptando a veces una actitud lúdica aunque sin olvidar jamás las palabras de Thomas Pynchon cuando, en su novela V, decía: «Diviértete pero no te despistes».
Adaptación (Spike Jonze, 2002)
¡Olvídate de mí! (Michel Gondry, 2004)
          La metaficción tiene varios objetivos, entre ellos el de reconciliar nuestra relación con el placer y el aprendizaje, que todavía hay quienes creen que son conceptos antitéticos; sin embargo, su objetivo principal posiblemente consiste en destapar los procesos creativos de la ficción, por si en su caótico mecanismo podemos aprender algo sobre el funcionamiento del mundo y sobre el papel que nos toca jugar a cada uno antes de morir por un capricho del destino.
Thomas Pynchon: “Diviértete pero no te despistes”.

* Publicado inicialmente en el suplemento Cultura(s) de La Vanguardia en febrero de 2007.

Entrevista a Ana Fuentes por su libro “Hablan los chinos”

Entrevista a Ana Fuentes por su libro “Hablan los chinos”

Posted: 25 Oct 2012 05:29 AM PDT


Hablan los chinos (Editorial Aguilar, 2012) es el primer libro de la periodista y escritora madrileña, Ana Fuentes, una obra coral fruto de un concienzudo trabajo periodístico, que permite hacer un prolijo repaso de la actualidad del país asiático, su historia, sus tradiciones, sus injusticias y también sus represiones. Un libro que muestra al lector una serie de perfiles humanos que en gran medida conforman el más representativo espejo de la sociedad china reciente.

Ana Fuentes (Madrid, 1980) es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París, y máster de Periodismo de El País. Aparte de recorrer China, vivió en Pekín desde 2007 hasta 2011 y trabajó como corresponsal de la Cadena SER, además de estar al frente de una sección sobre la sociedad china en la radio francesa BFM. Sus reportajes se han emitido en Radio France Internationale, France Presse, CNN en español y Radio Netherlands. En la actualidad vive en Nueva York desde donde colabora con varios medios de comunicación europeos.

Hablan los chinos.  Ana Fuentes.  Editorial Aguilar, 2012.  232 páginas.  17,00 €
Un disidente torturado por la policía, un joven millonario nacionalista, un emigrante que cruza el país en busca de trabajo, un viejo maestro de kung-fu que ha dejado de entrenar por la contaminación, una campesina que se prostituye para pagar la educación de su hijo…
Ana Fuentes recoge en Hablan los chinos el testimonio en primera persona de ciudadanos que han decidido romper su silencio y hablar de la realidad de su país —su relación con la familia, con el poder, con el resto del mundo—. Historias reales de individuos de distinto nivel cultural y poder adquisitivo que impactan por lo insólito, que emocionan y que ponen fin a muchos clichés. Este es el resultado de una magnífica labor periodística que desentraña los misterios de un país desconocido aún hoy para Occidente.
China ha crecido vertiginosamente en los últimos años hasta convertirse en la segunda economía mundial. En 2008 fue sede de los Juegos Olímpicos, su puesta de largo ante la comunidad internacional entre censura, represión de los activistas y unos niveles de corrupción desorbitados. Una China tan nueva como milenaria que trata de superar los traumas del colonialismo extranjero, las hambrunas del Gran salto hacia delante y las atrocidades de la Revolución Cultural.

Entrevista:
P.- ¿Qué te empujó a escribir este libro?
Tener muchas historias y muy jugosas que no se conocían, y la gente no podría conocer a no ser que alguien la llevase a esos rincones a los que no se llega si no tienes contactos o hablas mandarín. Quise llevarme a la gente de viaje y meterla en esos sitios donde de forma normal no hubiese podido entrar. Este es un libro donde se documenta con grabadora en mano la vida, los sueños, las frustraciones, las metas, el humor, las pasiones de los chinos.

P.- Trabajo periodístico a conciencia en el que se nota la cercanía y la implicación con los protagonistas reales. ¿Quizás fue lo más difícil: ganarse a los personas para saber de su vida?
Fue algo paulatino. Yo estuve cuatro años en Pekín trabajando para varios medios internacionales cubriendo la actualidad y haciendo reportajes. Durante ese tiempo estuve haciendo algunos trabajos en los que trataba temas sobre todo sociales; conectábamos los puntos de interés de China con la sociedad: como afecta la inflación a la clase media, como llegan los niños chinos a la universidad tras una gran presión para que estudien, o si los homosexuales siguen proscritos como en la revolución cultural. Asuntos que no quería dejar en el tintero, así que poco a poco fui conectando temas y personas. Hubo algunos que no quisieron hablar y otros que sí conseguí abrieran las puertas de sus casas para contarme su historia y su situación.

Ana Fuentes.
P.- ¿Crees que tu libro cambiará la imagen que de China tenemos por nuestro país?
No tengo ninguna pretensión más allá de que el lector que tenga interés disfrute con la lectura, y aprecie una realidad que para mí aparte de maravillosa, fue muy interesante. Es una realidad no fácil de comprender, ni grata, pues he visto verdaderas crueldades de chinos contra chinos, aunque también actos de valentía y generosidad. No es que sea un modelo a seguir, pero como puede pasar con otras sociedades. Me interesaba mostrar muchos fenómenos como el planteamiento empresarial ante la crisis y su actitud. No aspiro a cambiar nada, pero sí espero aportar algo al debate.

P.- ¿Cómo es la vida de una corresponsal en China?
Los corresponsales vivimos con más comodidad por el solo hecho de ser extranjeros, es algo que te da una especie de salvoconducto. A no ser que te metas con temas prohibidos expresamente por el gobierno, y en ese caso te quitarían la credencial y echarían del país, no tienes por qué encontrar problemas. No es lo mismo que los periodistas chinos que pueden llegar a sufrir penas de cárcel, o incluso palizas, si se saltan las prohibiciones. Lo difícil para el periodista extranjero es acceder a fuentes oficiales, se niegan a hablar, es complicado llevar traductor pues no se fían de él. De ahí que sea interesante hablar chino, pues puedes evitar esas cortapisas. Y luego, siempre te queda la ansiedad de saber que pasará con tus fuentes, si desaparecerán o llegarán a hacerle la vida imposible. China es Starbucks en cada esquina, mucho campo, inversión exterior, internet que bulle, y también es cultura del miedo. Todo eso quería contar en mi libro.

P.- Curioso el capitalismo extremo que viven algunos, mientras que otros tienen que vivir en sótanos. ¿Caldo de cultivo para la corrupción?
Para la corrupción, que afecta a todos los ámbitos en China, pero sobre todo para el descontento social. El amigismo y las redes de contactos, son básicas en este país para poder acceder a puestos de responsabilidad, poder optar a un mejor trabajo, o hacer una inversión concreta. Tener el favor de un dirigente local o del partido tiene un peso considerable, más que otros muchos países. La corrupción es flagrante en ámbitos locales y estatales. Y esto es algo que se sabe, contribuyendo aún más a ese descontento social que supone el crecimiento de la brecha social entre ricos y pobres.

P.- Es interesante lo que cuentas nada más empezar tu libro sobre la sinceridad de los chinos, contrastada con su silencio en temas tradicionales: caso de la homosexualidad no reconocida.
Un chino puede ser muy crudo en sus afirmaciones. Recuerdo un taxista sudoroso que me dijo sin pudor al entrar en su coche, que olía mal cuando iba totalmente perfumada camino de la ópera. No son políticamente correctos. Sin embargo, para otras situaciones pueden soportar dramas en silencio durante años, ser resignados y a veces ser verdaderamente sibilinos.

P.- ¿Se siguen respetando tanto las tradiciones como da la impresión?
En ciertos estratos se sigue respetando muchísimo. Existe todavía esa China tradicional imbuida del confucionismo, del respeto al mayor y al maestro. Pero el país está creciendo a pasos agigantados, la llegada de internet, el consumismo, las conexiones internacionales y el aperturismo hace mella en los jóvenes. Besarse en un parque, por ejemplo, es ya muy habitual en la ciudad, sin embargo es algo impensable en el campo. Las ciudades son espejismos en comparación con el enorme continente que es el país. En zonas rurales, a la gente no se le ocurre transgredir y saltarse las costumbres, ser diferente es incómodo, así que lo tradicional sigue pesando mucho para bien, y para mal.

P.- Estar enganchado a internet está catalogado como enfermedad. 
En China esta catalogación de enfermedad es más por vocación política, con la intención clara de hacer ver que internet está pudriendo el núcleo de la juventud. La vía de escape que la red plantea en la vida espartana de los estudiantes o para los obreros emigrantes, es algo que se busca con mucha asiduidad en los miles de cibercafés. Para el gobierno, casi quinientos millones de internautas puede desconcertar, y aunque el activismo está perseguido, internet es ese campo que permite promoverlo, y al que por tanto, hay que poner puertas.

P.- La prostitución silenciosa, aparte de prohibida, ¿es realmente tan habitual en el país?
Allí tampoco tienen los mismos prejuicios que aquí. La prostitución se articula en una especie de pirámide social (diferentes escalas y tipos de prostitutas) que carece de la culpabilidad cristiana o del resentimiento que supone pensar que haces algo que está mal. La sociedad china es bastante promiscua. Es muy normal, por ejemplo, que las comidas de negocios acaben en karaokes y de aquí a la compañía de una señorita; o que el jerifalte o empresario de turno se lleve como acompañante a un congreso a una señorita de este tipo. Nadie se escandaliza. Es normal que los emigrantes del pueblo que trabajan tantas horas y que están alejados de su familia, busquen esta compañía.

P.- ¿Crees que tu libro podría publicarse alguna vez en China, que sus protagonistas podrán llegar a leerlo?
Este libro se va a publicar en español también en EEUU y Latinoamérica, y el año que viene se hará en inglés. Valoramos también un posible traducción al mandarín pero no estoy segura de cuales serían las consecuencias; abordo temas delicados que allí no sé que reacción suscitarían. Quizás se pueda hacer, y me gustaría mucho, pero no lo sé. Desde luego, sí que sería complicado. Puede ser que el libro llegue en inglés a través del limitado circuito y minoritario de ciertas librerías, ya que el gobierno a veces deja pasar un reducido número de los libros prohibidos.

P.- ¿Crees que todavía quedan rescoldos de la terrible revolución cultural o es algo ya superado?
Se ha superado, pero sigue el trauma. Los resquicios están cerrados, se ha restablecido poco a poco a los intelectuales, está reconocida a nivel histórico, ha salido material en el que se asumen los errores que supuso… señales que demuestran una voluntad de superación, de pasar página. Pero otra cosa es el trauma, los chinos están todavía tremendamente marcados por aquellas circunstancias.

P.- ¿Es China realmente el actual país de las oportunidades?
Posiblemente se ha pasado el momento, los costes laborales están subiendo, los empresarios han aprendido ese saber hacer de la empresa extranjera, las inversiones están bastante cubiertas. Sería necesario un proyecto muy concreto pues todavía se pueden hacer cosas, pero ya no es la China de hace diez años donde estaba todo por hacer y las oportunidades florecían a cada paso.

La Obra Invitada

La Obra Invitada

Posted: 25 Oct 2012 03:22 PM PDT
La Obra Invitada – Eugenia de Montijo (por Franz Xaver Winterhalter)
Del 25 septiembre al 9 diciembre. Entrada gratuita.
Museo del Romanticismo, Calle de San Mateo, 13, Madrid

El Museo del Romanticismo abre la temporada con una nueva iniciativa, la exhibición de la muestra la Obra Invitada, que surge con la intención de mostrar piezas habitualmente no expuestas al público y contextualizar las obras de su colección. A esta primera obra, el retrato de Eugenia de Montijo, le acompañan otras de la colección del Museo, que ayudarán a profundizar en la figura de una de las mujeres más importantes e interesantes de la historia del siglo XIX en Europa. Además permite revalorizar al autor de este lienzo, Franz Xaver Winterhalter (1805-1873), quien retrató con maestría a todas las casas reales europeas y e introdujo grandes cambios en la tipología del retrato oficial. La pequeña muestra será un aperitivo de la exposición que prepara la Casa de Alba con obras de su colección y que será inaugurada en diciembre. Y entre las muchas particularidades que acompañan al personaje de la que fue Emperatriz de Francia, el Museo dará a conocer algunas como las aportaciones de Eugenia a la política exterior de Francia, la relación con la Casa de Alba o su condición de icono de la moda a través de visitas guiadas y los propios contenidos de la muestra.
 
Franz Xaver Winterhalter fue un pintor y litógrafo alemán especialmente conocido por su faceta como retratista de la realeza y aristocracia europeas de mediados del siglo XIX. Fue nombrado pintor de la corte del rey Luis Felipe de Francia y posteriormente tras el ascenso al poder de Napoleón III, se convirtió en el retratista principal de la familia imperial. Sus pinceles fueron objeto de gran demanda en Europa, retrató a la reina Isabel II, la reina Victoria de Inglaterra, trabajó para la familia real portuguesa, pintó al emperador Francisco José I de Austria y a su esposa Isabel de Baviera -popularmente llamada “Sissí”-. La hermosa emperatriz Eugenia fue una de sus modelos favoritas. En 1856 Winterhalter pintó la que sería su obra más reconocida, La Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía, en la que la emperatriz aparece en un escenario pastoral, recogiendo flores.

Winterhalter consolidó su estilo como pintor de retratos durante el II imperio francés, periodo en el que pertenecen sus mejores obras, en las que capta a la perfección el lujo y la atmósfera relajada de la época, su hedonismo y su animado ambiente. Una de sus grandes aportaciones a la pintura de la época fue la transformación del frío “retrato de aparato” característico del Antiguo Régimen en una muestra de elegancia, seducción y pomposidad, adaptándose a los gustos burgueses propios de las nuevas monarquías y de la alta sociedad. Poseía una gran habilidad para crear composiciones casi teatrales con sus modelos y ofrecer una imagen atractiva de dicha realidad. Destacan sobre todo sus modelos femeninas que muestran una actitud menos sobria y reservada. Sus retratos son elegantes, refinados y agradablemente idealizados. En ellos se aprecia su habilidad para combinar la textura de los tejidos, pieles y joyas. Sin embargo, el pintor no contó con el favor de la crítica artística, que le tildó de caer en la superficialidad y afectación con el objetivo de ganar popularidad. A su muerte su obra cayó en desgracia, siendo considerada demasiado romántica, brillante y superficial, y no ha sido revalorizada hasta época reciente gracias a la gran exposición que se celebró en la National Portrait Gallery de Londres y en el Petit Palais de París en 1987. Sus pinturas se exhiben actualmente en los principales museos europeos y americanos. El Palacio de Liria de Madrid conserva al menos dos obras suyas, entre ellas el imponente Retrato de Eugenia de Montijo, al que se dedica esta pequeña muestra.

Eugenia de Montijo encargó este retrato como regalo para el XV Duque de Alba, a la sazón su cuñado y primer amor de juventud, por lo que en ocasiones se ha relacionado el aire melancólico que desprende esta obra con este hecho. Sin embargo, este lienzo fue pintado tras la muerte su hermana María Francisca de Sales, esposa de Jacobo Fitz-James Stuart. El soberbio sillón sobre el que descansa la condesa de Teba muestra el escudo nobiliario de la Casa de Alba, a la que tan unida se sintió por el amor que profesaba a su hermana. El pintor Winterhalter, que retrató en diversas ocasiones a la granadina, escogió para esta obra un gran formato en el que adoptó el lenguaje del retrato cortesano del II Imperio Francés, creando una de las imágenes más icónicas y representativas de Eugenia, la emperatriz de los franceses. Pero no sólo, pues Eugenia es también reconocida por apoyar las investigaciones de Louis Pasteur que culminaron con la vacuna contra la rabia e impulsar la construcción del Canal de Suez por Fernando de Lesseps, así como tratar de mejorar la situación de la mujer, el acceso a los servicios públicos, la educación y la justicia social. Falleció durante una de sus últimas visitas al Palacio de Liria, y tras su muerte legó a esta casa sus colecciones artísticas.
 
La muestra se cierra con una acentuada e interesante atención al papel que Eugenia de Montijo ejerció en el terreno de la moda, referente absoluto durante el II Imperio, copiado por las clases burguesas con el afán de exhibir su poder económico y favoreciendo a su vez la industria textil francesa. Al hilo de esta coyuntura se analiza la figura de Charles Frederick Worth (1826-1895), el diseñador más afamado y cotizado del momento, que trabajó codo con codo y de manera personalizada engalanando el vestidor de la Emperatriz Eugenia.

Argo (2012) de Ben Affleck

Argo (2012) de Ben Affleck

Por David Garrido Bazán


Con Adiós Pequeña Adiós y The TownBen Affleck demostró sobradamente a los numerosos detractores de su faceta interpretativa que tiene por delante una carrera mucho más interesante como director: tiene buen ojo para elegir sus historias, buen dominio del pulso narrativo, sabe mucho de elegir un buen casting y cómo dirigirlo y lo que es más importante, va revelando poco a poco un cierto estilo autoral que le permite asumir nuevos riesgos con cada nueva proyecto que afronta. Siempre me ha parecido un tipo inteligente (y mejor actor de lo que la gente cree: basta ver sus trabajos en títulos tan dispares como Chasing Amy oHollywoodland) y su último trabajo, Argo, viene de nuevo a confirmarlo.
Argo es una de esas a menudo temibles historias que comienzan con el rótulo “Basado en Hechos Reales” que hace que uno sienta ganas de salir por la puerta antes aun de que empiece. Pero en este caso en concreto la cosa tiene su miga: durante la crisis de los rehenes norteamericanos en la embajada de EEUU en Irán –ya saben, aquella cosa que duró más de un año y medio y se llevó por el camino la presidencia deJimmy Carter– hubo un hecho poco conocido hasta que Clinton desclasificó la historia: seis trabajadores de la embajada consiguieron escapar antes de que cayera en manos de los iraníes y se refugiaron varias semanas en la Embajada de Canadá… hasta que un especialista en rescates acudió a Teherán para tratar de conseguir que salieran del país islámico con identidades falsas. La gracia de la historia es que las identidades falsas eran de un grupo de rodaje que buscaba localizaciones en Irán para rodar allí una exótica superproducción de Hollywood de ciencia ficción.
Si, yo pienso lo mismo que ustedes: menuda locura, ¿no? Pues por extravagante que pueda sonar, esta historia sucedió de verdad y Affleck la ha llevado a la pantalla haciendo gala de un innegable crecimiento como director. Puede que no sea una película mejor que su impactante debut, pero de lo que no cabe la más mínima duda es de que Argo es una obra sumamente arriesgada que planteaba una serie de problemas de los que Affleck, gracias en parte a un estupendo guión de Chris Terrio y en parte a su habilidad como director, ha sabido salir indemne. Para empezar, no resulta nada fácil mezclar géneros y que la película no se desequilibre en un sentido o en otro. Argo comienza recreando con brillantez la época y los hechos conocidos (la toma de la embajada por la turba de islamistas enfadados) con generosas dosis de tensión y un buen sentido del pulso narrativo. Es cuando la película se centra en los seis refugiados y en el plan para sacarles de allí cuando entra en un giro interesante:  nos habla sobre la capacidad de Hollywood para generar  esa tapadera, o sea, las mentiras y sueños que vendernos a todos. Y de la conciencia de los veteranos del negocio sobre cómo hay que hacer estas cosas. Unos inconmensurables Alan Arkin y John Goodman se adueñan entonces de la función y lo que hasta entonces era un thriller político setentero se convierte en una cínica y socarrona visión de Hollywood con multitud de impagables líneas de diálogo afiladas como una cuchilla. Affleck se mueve con soltura entre ambos géneros y cuando vuelve de nuevo a Irán, al suspense y al drama, lo hace con una naturalidad desconcertante.
Argo es una película inteligente y muy bien construida. Tiene algunos excesos en la parte final que afean el conjunto pero que uno puede soslayar como parte del juego que está proponiendo y lo cierto es que en términos generales deja un muy buen sabor de boca pese a que se eche en falta una más profunda construcción de algunos personajes, reducidos a comparsas más de lo que sería aconsejable. Pero no deja de seguir siendo sorprendente la habilidad del extraño señor Affleck para desconcertar a sus detractores: se le pueden poner pegas, pero de lo que no hay ninguna duda es de que éste es un tipo que sabe muy bien lo que se hace.

La bella bestia

La bella bestia

Posted: 26 Oct 2012 12:00 AM PDT
Por Juan Laborda Barceló.
La bella bestia. Alberto Vázquez Figueroa. Editorial Martínez Roca. 224 páginas. 18,95 €.
¿Quién no ha tenido en su vida una época Vázquez Figueroa? Fue la pregunta al aire que un grupo de talluditos profesores de Bachillerato nos hicimos hace poco. Acabamos reflexionando sobre el hecho de que para varias generaciones de lectores (incluyendo padres y familiares de los interlocutores) el escritor canario es, sin duda alguna, una referencia en la literatura nacional.
Bien es cierto que podríamos tildarlo, como algunos críticos hacen, de autor popular (como si este concepto fuese peyorativo en sí mismo), de prosa simple e historias sencillas. Precisamente, en esos mismos valores reside su éxito perenne. La fórmula del triunfo comercial es elemental a priori: una buena historia, actual o de un período histórico con tirón, un marco admirable, bien sea el desierto, el África profunda, la isla de Fuerteventura o El Hierro…y por último, el personaje en conflicto, consigo mismo o  con el mundo, cumpliendo siempre con una necesidad vital de transformación. Si esto fuera tan fácil, cualquiera escribiría best sellers. Hace falta el toque humano, el encanto de Vázquez Figueroa, el ingrediente secreto de la Coca-Cola, que consigue encandilar a miles de lectores generación tras generación. Él mismo lo dijo en unas declaraciones sobre sus creaciones: “Literatura de evasión, la más consumida en las prisiones”, dando muestra evidente de su saber estar, reflejando poéticamente una realidad, pues es el segundo autor tras Pérez Reverte más leído en las cárceles patrias, y ubicándose sin complejos.
Así, por citar algunos elementos notorios de su ingente obra, nos hemos emocionado con la huída de León Bocanegra del desierto de sal, con las aventuras, polinesias y adolescentes, mezcladas con el afán explorador de los protagonistas de Bora Bora, con la dramática búsqueda de los orígenes personales en Tierra Virgen, con la desubicación de la heroína de Marea Negra o los padecimientos de la familia Sayah, mítica saga de los Tuareg, que recorre dos novelas…Se completa, de este modo, una larga lista, que permite múltiples planos de lectura, análisis y comprensión, hasta culminar con su obra más reciente, la última parada narrativa del autor: La bella bestia, donde juega, una vez más, con la realidad y la ficción, inspirado en la terrible figura real de Irma Grese (celadora-supervisora en los campos de exterminio de Auschwitz, Bergen-Belsen y Ravensbrück).
La elección del tema demuestra que Vázquez Figueroa es perro viejo en esto de atraer lectores. La II Guerra Mundial, y muy en especial el holocausto, gozan de una excelente acogida entre el público, quizá por lo macabro del asunto. Tales acontecimientos suelen suscitar un gran interés en la sociedad, muy posiblemente por el malsano morbo que despierta el sufrimiento ajeno. El nazismo, tanto en el cine como en la literatura, puede considerarse casi un género, puesto que ha sido muy retratado y sigue gustando.
La estructura general de la novela se sustenta en la narración de una anciana cordobesa de los padecimientos sufridos a manos de Irma, “la bella bestia”, enmarcados dentro de la situación familiar e internacional. Se destila con destreza la brutal locura del monstruo, metáfora del totalitarismo en su conjunto, que a base de flasbacks se reconstruye con un verismo salvaje. No ahorra el autor en crueldades físicas y mentales. El juego psicológico de la dominación y la sumisión, con todos sus matices y aristas, nos ofrece una perspectiva diferente de los horrores de la guerra. Aquí no hay síndrome de Estocolmo que valga: la superación de los traumas es dolorosa y, en todo momento, están claras las posiciones antagónicas de los personajes. La fuerza de la vida se distingue como una luz que guía la trama, desde los campos de prisioneros de Alemania a los cálidos patios del sur de España: Violeta Flores, la anciana que narra su experiencia, es una superviviente, no ha sido quebrada, no cabe duda.
El receptor de esta comunicación es Mauro Balaguer, un afamado editor que podría representar a cualquiera de los grandes nombres del ámbito nacional, incluyendo a los profesionales del la Editorial Planeta, cuyo premio se falla precisamente hoy, mientras se componen estas letras. Desde un primer momento, el maduro entrevistador se sentirá  inevitablemente atraído por la historia de la mujer.
A lo largo de sus páginas contemplamos la tragedia personal del hombre de hoy, sometido a múltiples dependencias y, quizás, aquejado de enfermedades de su tiempo. Negros, carencias de talento, miserias creativas y éxitos de ventas se pasean por las líneas de la novela con la fuerza ficticia de quien conoce sobradamente el paño.
Estamos ante un espléndido cuadro de las mezquindades humanas, bien literarias, bien bélicas. No las dejen caer en el olvido.
“La batalla de la vida no siempre la gana el hombre más fuerte, o el más ligero, porque tarde o temprano, el hombre que gana es aquel que cree poder hacerlo.”

Napoleón Hill

http://eltiramilla.com/carta-de-jordi/


Jordi Sierra i Fabra | 24/10/2012
Carta de Jordi
El autor responde a los comentarios recibidos en El Tiramilla y Off the record
Viendo estos días la polémica generada por dos textos míos en dos foros de Internet, me gustaría intervenir para matizar mis propias declaraciones. Lo peor que le puede pasar a uno es querer hacer las cosas bien y que le salgan mal, o que no le entiendan, o las dos cosas. La polvareda y la polémica desatadas me han confundido y preocupado, pero no soy de los que escurre el bulto. Si algo se hace mal, o ha salido mal, hay que afrontarlo. Creo que soy de los pocos autores con contacto vivo y directo con vosotros, y no sólo por la Fundación, la revista La Página Escrita o el Premio Literario. Mi casa siempre ha estado abierta para quien quiera hablar conmigo. Quizás mi primer error haya sido creer que me conocíais lo bastante y entenderíais mis palabras sin dramatismos. No ha sido así. Lástima. Soy apasionado, exactamente como lo sois los que estáis ahí, al otro lado. Lo que más me ha dolido ha sido la duda de un buen camarada poniendo en duda mi compromiso con vosotros/as. Claro que intento protegeros, aunque supongo que no soy nadie para hacerlo y punto. Desde que tuve la idea de crear un premio y una Fundación para respaldaros, me comprometí para siempre a defender vuestros sueños.
Bueno, por más escritor que sea me cuesta encontrar las palabras para tratar de expresarme. Siento no haberlo hecho mejor en esos dos artículos. Mea culpa. Ya he decidido no volver a escribir para no levantar polvaredas tratando de “ayudar”, porque está visto que no lo he conseguido.
Vayamos por partes. El artículo en el que hablaba de las autoediciones.
Lo único que pretendía con este artículo era alertaros del peligro que se corre con la impaciencia. Y sé de qué me hablo. Os pedía prudencia, cautela, que no tuvierais prisa, exactamente lo que les he dicho a los ganadores de mi premio estos siete años pasados y a muchos finalistas. Una amiga mía cayó en la trampa de pagarle seis mil euros a un falso editor por editarle su libro. Luego le sacó dos mil más para hacer publicidad ya que el libro “parecía tener muy buena acogida y le faltaba un empujoncito”. Finalmente le sacó tres mil euros más cuando le dijo que iba a destruir o saldar el resto de ejemplares porque “inexplicablemente”, no se vendían, y ella los compró para que no se perdieran. Exactamente hablaba de eso, no de cortaros los sueños ni de que no os autoeditéis. Otra cosa es que crea que la impaciencia no es buena, que tenéis que luchar por la excelencia, que se os pague por un libro porque con eso os sentiréis escritores, y eso se consigue con tiempo. De verdad no entiendo el revuelo causado por mi texto, que se ha tomado por el lado opuesto, como si os frenara. Insisto: hablaba de que tengáis cuidado, nada más. ¿No me expresé bien? Lo siento. Más aún, si alguien se ha sentido ofendido, pido perdón, de corazón. Muchas veces el tono en que se escribe algo no es el mismo con el que lo percibe el lector, y yo tengo fama de explosivo. Pero siempre digo las cosas con el corazón y una sonrisa. Y repito lo de antes: fallo mío por pensar que la mayoría me conocéis bien. Falsa presunción.
Segundo tema: los blogs.
Yo con esto aluciné bastante viendo lo que algunos/as decíais.
Estos días se ha publicado una novela mía titulada “Sólo tú” que escribí hace 4 años. En ella la protagonista es una bloguera. Es decir, ya hace 4 años yo les daba un papel capital a los blogs. En el nº1 de La Página Escrita hay un listado de blogs que conozco porque los apoyo y creo en ellos. Tengo amigos y amigas blogueros. Es más, los blogs SIEMPRE me han tratado muy bien. Y es por eso, precisamente, porque nadie puede sospechar de mí, que me creí en el deber de alertar del peligro de la simplicidad en que puede acabarse. Estamos llegando a una reducción de la cultura circunscrita al simple “me gusta” y “no me gusta”, y eso puede llegar a ser alarmante. Yo habla de “formación”, de rigor, de que para hablar del trabajo de un escritor, pintor, escultor, músico, que se ha tirado un tiempo para crear una cosa, lo menos que hemos de exigirnos es seriedad. Nada más. Si esto ha causado otro revuelo, lo siento. Y si no me expresé bien, repito lo de antes: pido perdón. Es obvio que no supe explicarme y que lo que decía como amigo se ha tomado casi como una afrenta. Pero fijaos que escribí ese artículo en un blog nuevo, no de tapadillo o en una revista. Lo hice dando la cara porque “creía” que entenderíais el quid de la cuestión.
En serio, chicos, chicas, ¿pensáis de verdad que una persona que cada año da 3000 euros de su bolsillo a una joven promesa de la literatura, que consiguió en su día que SM editara el libro, que consiguió que se entregara el premio en la misma fiesta del Barco de Vapor y el Gran Angular, que se gasta los ahorros en dos Fundaciones a ambos lados del Atlántico tratando de que la gente escriba, y que acaba de publicar una revista gratuita metiendo en el ajo a un montón de gente, de verdad, repito, podéis dudar de que esa persona os apoya? ¿En serio?
Hay un tercer tema que os ha mosqueado. El empleo que hago de la palabra “quinceañera”. Otro error por mi parte. Los que me conocen, insisto en ello, saben el valor que doy yo a esa palabra y lo mucho que he defendido siempre la pasión de los 15 años, edad que, para mí, marca un punto de inflexión en la vida de muchas chicas. ¡Pero cómo voy a hablar mal de mi gente! Hace 35 años, cuando co-fundé Super Pop, recibí un sinfín de palos por hacer una revista “para fans”. Palos duros. Yo defendí tanto el papel de la fan, que incluso escribí una novela reivindicativa, “Las fans”. Mi casa está siempre llena de esas “quinceañeras” que vienen a verme y con las que siempre charlo una hora y luego regalo libros. Y eso ha sido así desde hace más de 30 años. Así que vuelvo a la pregunta, ¿de verdad creéis que hablaba en sentido despectivo? Pues si es así, tercer error por mi parte, última metida de pata y de nuevo, perdón, perdón, perdón. Lo siento. ¿Me hago el harakiri? (Y que conste que escribo esto sonriendo, no en plan dramático.)
Mantengo constante contacto con mi gente a través de foros como la Generación Jordilauriana o el Foro de Laura Gallego, en el que tengo varios apartados. Que yo sepa, el buen rollo ha sido siempre lo mejor. La polémica me ha pillado a traspiés porque considero que es injusta viendo mi trayectoria. Otra cosa es que siempre haya gente cabreada o a la que no le gusten mis libros. Eso vale. No sé dónde he leído que “Campos de fresas” se vende tanto porque SM obliga a ponerlo en los colegios. ¡Ya querría SM o cualquier otra editorial tener esa fuerza!
Hice dos artículos creyendo que os ayudarían y casi me echáis a los leones. Muchos sabéis mi historia, porque hice dos Fundaciones, el premio o la revista. Sabéis lo que pasé para mantener mi sueño contra mi padre y mi escuela, y lo que hice para publicar. Intento que entendáis algunos aspectos de todo esto, nada más, porque la mayoría me dice siempre que estáis solos, que no tenéis a nadie con quien hablar de ello salvo los amigos, que tampoco tienen mucha idea del tinglado. Incluso para concursar en mi premio hay cada año largas sesiones en los foros sobre qué letras usar, qué interlineados, etc. Porque es un mundo nuevo en el que estáis entrando. Ray Bradbury decía que los que conocen la vida han de ayudar o compartirla con los demás. Es lo que intento hacer, por lo que veo, con bastante mala fortuna. ¿Tenía alguna necesidad de crear un premio, una revista, las Fundaciones…? No, pero pensé que era necesario. Viendo lo que se ha escrito sobre mí, ahora estoy desconcertado. Pero en lugar de callar aquí estoy, dando la cara.
No sé qué más decir. Escribo esto desde Colombia, donde me ha pillado el lío. Lo mejor será que, desde ahora, me limite a mis novelas. Siempre tendréis la puerta de mi casa abierta para lo que necesitéis, pero de viva voz. No sé si esto volverá a levantar ríos de tinta pero, sinceramente, espero que no, y que las aguas vuelvan a su cauce.
Suelo acabar cosas así diciendo “os quiero”.
Así que os quiero.
Jordi